miércoles, 27 de agosto de 2025

Que será el tiempo?

  El tiempo, guacho… ese sí que es el verdadero patrón del juego. Ni la gorra, ni el juez, ni la calle… el que manda de verdad es el tiempo. Y lo loco es que no lo ves, ¿entendés? No hace ruido, no grita, no pide permiso. Te va comiendo de a poquito, como humedad en la pared del rancho… cuando te querés dar cuenta, ya te hizo bolsa todo.

Yo me acuerdo cuando era pibe, allá en el barrio, que pensaba que las noches duraban para siempre. La esquina, los pibes, la birra tibia, el parlante reventando cumbia… la vida era ahora, no existía el mañana. Y en ese flash te creés invencible, te pensás que sos inmortal. Pero el tiempo, hermano… el tiempo es un verdugo silencioso. Te deja jugar un rato y después te pasa la factura, y esa boleta no la podés gambetear.


Antes corría como si el reloj fuera mi enemigo, quería quemar etapas, hacer todo rápido, no dormir… y ahora entiendo que el tiempo no se gana ni se pierde: se vive o se desperdicia. Y yo, guacho, desperdicié un montón. Personas que dejé ir por orgullo, abrazos que no di por hacerme el duro, palabras que guardé como si fueran balas… y ahora, ¿sabés qué? No vuelven más. Porque el tiempo no es como la calle: en la calle, si te equivocás, capaz tenés revancha… pero el tiempo no te da segundas vueltas.


El tiempo te enseña a valorar lo que tenés. Los pibes de la esquina ya no están todos; algunos se fueron, otros cayeron, otros cambiaron de vida. Y vos ahí, con los recuerdos clavados como tatuajes en la mente. Entendés que lo único que te queda son las historias, las risas, las miradas que ya no están. Y ahí aprendés la lección: el tiempo no se guarda, se gasta… pero mejor que lo gastes en lo que importa.


Hoy me doy cuenta que el tiempo es como el barrio: si no lo respetás, te deja afuera. Si no cuidás lo que amás, si no decís lo que sentís, si no hacés lo que soñás… un día te levantás y ya es tarde. El tiempo no espera, no negocia, no tiene códigos. Es la gorra más dura que existe.


Así que si querés a alguien, decíselo ahora, no mañana. Si extrañás, buscá. Si soñás, jugátela. Porque el reloj no para, hermano, y la vida no es un ensayo. Cada minuto que dejás pasar es un recuerdo que nunca vas a tener. Y cuando te das cuenta de eso… es porque ya perdiste demasiado.


El tiempo, guacho… es el único que siempre gana. Y vos decidís si lo dejás pasar de largo o si te subís a su tren y lo hacés valer. Porque al final, cuando bajen las luces y se apague todo, lo único que te queda es mirar atrás y saber que no dejaste las horas tiradas en la vereda.







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