Hoy siento una gran nostalgia al recordar los maravillosos momentos que pasé contigo y mis hijos en tantas vacaciones. Recuerdo las horas interminables que pasábamos juntos esquiando en tus suaves laderas y grandes médanos de arena, disfrutando de cada momento como si fuera el último.
Cada vez que veo las fotos de mis hijos esquiando en tus dunas, mi corazón se llena de emoción y melancolía al mismo tiempo. Sus risas y gritos de emoción mientras se deslizan por las pendientes, siempre permanecerán en mi memoria como uno de los momentos más felices de mi vida.
Las dunas eran nuestro lugar favorito para escapar de la rutina, para desconectar del estrés de la ciudad y conectarnos con la naturaleza. Era el lugar perfecto para disfrutar de la belleza de la arena, el sol radiante y el sonido del viento soplando suavemente a través de los médanos.
Sin embargo, ahora que mis hijos han crecido y sus vidas están llenas de responsabilidades, ya no podemos visitarte con tanta frecuencia como antes. Pero siempre que cierro los ojos, puedo sentir la cálida brisa del desierto acariciando mi rostro, puedo escuchar las risas de mis hijos y sentir la arena fina y cálida bajo mis pies, en la distancia el sonido del mar.
Aunque ya no podemos disfrutar de tus hermosos paisajes juntos, siempre te llevaré en mi corazón como uno de mis lugares favoritos en el mundo. Te extraño mucho y espero poder visitarte de nuevo pronto.
Con cariño y nostalgia,
Un amante de las dunas.
(c) Héctor A. Palavecino
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